Hermanas confinadas

Nunca creí que Carrapita y yo fuésemos dos gotitas de agua (fijaros que llevamos combatiendo tal disparate más de treinta años). El caso es que yo siempre tuve claro que, en realidad, una complementaba a la otra. ¿Cómo sino explicar que saliésemos ilesas de nuestras primeras hazañas al sur del Sur mientras ella bordaba a Don Quijote y yo intentaba ser Sancho Panza? Que ella fuese de mates y yo de lengua. Que hiciésemos sonar el ‘Himno Antergo’ (yo subida en lo alto del pentagrama y ella desde abajo). Que a ella le gustase el macarra de los BackStreet Boys y a mí el rubio (¿y guapo?…).

Tal y como era de esperar, el bicho nos pilló a unos cuantos kilómetros la una de la otra. Así que, acostumbradas a movernos en vidas y relojes distintos, decidimos optar por eso que nos podía hacer un poco más ‘nosotras’ en esta realidad paralela: diseñar y escribir.

Las composiciones de Carrapita reflejan dos caras del confinamiento. Dos vidas revueltas. Una parece estar patas arriba. La otra, a simple vista, se ve más ordenada. A una le falta paz y a la otra le sobra. En una suenan demasiado los acordes de ‘Calle Melancolía’ y en la otra casi siempre se cuela algún que otro grito de duendecilla traviesa. Por suerte, tenemos experiencia en eso de ser hermanas a distancia y conocemos el antídoto de la otra para los días malos. Carrapita solo tiene que enviarme algún gritito que le sobre en forma de vídeo y yo… pues contarle algún secretillo de esos que desatan su risa floja. Por cierto, a veces también nos enviamos mitades, para que la otra añada la suya. Aquí te devuelvo la mía, Carrapita ❤.

retrato de familia en confinamiento-01-01Carrapita confinada: ‘Retrato de familia’.

retrato marta confinada-01-01Pascuelina confinada: ‘Ella y sus cosas’.

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